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Las dos somos mujeres de coraje. Nadie dirá que nos acobardó una herida -aunque fuera tajo mortal que desangrarnos – ¡Una tirita y a la vida otra vez, que eso no es nada y se cura con salivilla de ángel! Supimos lo que era amar a entraña viva, sin ahorrarnos sufrimientos ni gozos : siendo madres. La cabeza bien alta : el delantal bien puesto. La sonrisa ante todo, la caricia y el plato de buena sopa con el pan bendito en la mesa: nos esperaban los hijos. Apostamos, valientes, al amor , cándidas ,eternas inocentes, algo desmemoriadas, jamás recelosas, sin resabio o acritud, enojo o descontento. Por ser tan adictas a la vida hasta somos capaces de ser felices en un mundo de amargados.
ADICTAS A LA VIDA
ResponderEliminar( A Natalia Benavente)
Las dos somos mujeres de coraje.
Nadie dirá que nos acobardó una herida
-aunque fuera tajo mortal que desangrarnos –
¡Una tirita y a la vida otra vez,
que eso no es nada y se cura con salivilla de ángel!
Supimos lo que era amar a entraña viva,
sin ahorrarnos sufrimientos ni gozos :
siendo madres.
La cabeza bien alta : el delantal bien puesto.
La sonrisa ante todo, la caricia y el plato
de buena sopa con el pan bendito en la mesa:
nos esperaban los hijos.
Apostamos, valientes, al amor ,
cándidas ,eternas inocentes,
algo desmemoriadas,
jamás recelosas,
sin resabio o acritud,
enojo o descontento.
Por ser tan adictas a la vida
hasta somos capaces de ser felices
en un mundo de amargados.